domingo, 7 de septiembre de 2014

Patinar bien nunca fue suficiente / Skating well wasn´t enough


A raíz de esta propuesta de enseñanza que hace la Federación Australiana de patinaje de velocidad en hielo, proponemos a el psicólogo deportivo y colaborador de Rollertraining Jose Ángel Caperán que nos explique desde el punto de vista de la psicología cuál es el secreto de poder llegar a la élite deportiva.

Como podemos ver es este cuadro, las etapas que el patinador tiene que ir pasando a lo largo de su carrera deportiva serán diferentes y con distintos objetivos. La primera etapa sería la de "learn to skate" o aprender a patinar. Después vendría la etapa de aprender a patinar rápido o "lear to speed skate". Tras esto, comenzaría la etapa de "lear to train" o de aprender a entrenar. Una vez el patinador ya entrena duro es cuando tenemos que enseñarle a competir, o la etapa de "learn to compete", para luego pasar a la última etapa de "learn to win" o de aprender a ganar. Todo lo que sea saltarse etapas o querer pasar de una etapa a otra demasiado rápido, irá en perjuicio de los patinadores. La excesiva prisa o presión que en numerosas ocasiones padres y/o familiares ejercen sobre los patinadores, es algo que va a perjudicar al proceso de aprendizaje de estos, siendo ello en muchos casos motivo de abandono o fracasos deportivos.

A continuación os dejamos este artículo de Jose Ángel Caperán, psicólogo deportivo del equipo de deportedecabeza



La construcción de un deportista de élite es compleja y larga, y sólo un padre o un entrenador que haya sido deportista de competición entiende el concepto “carrera deportiva”. ¿Qué quiere decir esto? Pues que se trata de un proceso muy complejo donde no es suficiente con tener talento, es más, podríamos decir que, en este sentido, existe una mala definición de talento deportivo.

Los 4 pilares del alto rendimiento
Aptitud física
Dominio técnico
Dominio psicológico/autocontrol
Resistencia a las lesiones
Motivación 

Muy frecuentemente se identifica el talento deportivo con poderío físico y con un dominio técnico innato o fruto de una excelente capacidad de aprendizaje. Se trata sólo de la mitad del contenido del talento. Falta la otra mitad, la que realmente marca la diferencia en un plano competitivo, porque se trata de valorar al patinador por las competiciones y no por su patinar (esto es deporte de alto rendimiento, el resto es “patinaje de ocio”); son 3 factores fundamentales y que están incluso más arriba en la escala de importancia respecto al físico y la técnica: el dominio psicológico de la competición, la resistencia a las lesiones y, el más importante de todos, la motivación, casi adictiva, que tiene el patinador hacia su deporte y hacia la competición.
El objetivo primordial de un entrenador que empieza a entrenar a un niño es fomentar el interés de éste en la actividad deportiva, como puede ser patinar, en un disfrute personal y una búsqueda personal, no impuesta, de ese disfrute: pide a sus padres que lo lleven a la pista, sufre si no consigue que lo lleven, patina por el pasillo de casa imaginándose una carrera, juega con muñecos a patinaje, etc.
En esta primera fase infantil hemos de promover en el niño la motivación orientada a la tarea, es decir, que el niño disfrute patinando, sin objetivos de resultados, independientemente de que gane o no gane: por la sensación de velocidad, por nuevos aprendizajes que suponen retos estimulantes, por los amigos que patinan con él (muy importante que el grupo y el entrenador sean un aliciente a la misma altura de importancia que patinar), por conseguir la ropa del equipo (en edades tempranas al niño le motiva pertenecer a un grupo distinguido como puede ser un club y tener un rol reconocido en el mismo), etc. 
Aunque ese niño ahora mismo sea una estrella en categorías menores y una promesa de futuro tiene nulas probabilidades de, siquiera, seguir patinando en la adolescencia si empezamos ya con objetivos de resultados en edades tempranas. Muchos entrenadores incluso identifican el destacar prematuramente con un abandono prematuro, y no se equivocan. 
Ojo, cualquier padre o entrenador no experimentado puede caer en el error de extrapolar un campeón del mundo absoluto a partir de los resultados de un patinador infantil o cadete porque no sé qué leyenda del patinaje lo consiguió. Estadísticamente es insignificante el número de campeones infantiles que han llegado a la élite absoluta. ¿Por qué? 
Simplemente porque el período dedicado a motivarnos únicamente por los resultados tiene una duración determinada y un tiempo en la carrera del deportista: la categoría absoluta, cuando el patinador afronta el patinaje como un trabajo no como una afición placentera. Suele durar como mucho 10 años (y menos si ese esfuerzo no repercute en una seguridad económica). 
Muchas veces hay entrenadores que me dicen: - Preferiría que este chico tan joven y tan bueno dejara de competir y volviera a entrenar dentro de 5 años.
Si pasamos el objetivo de conseguir resultados a las edades tempranas (independientemente del proceso para lograrlos) nos encontramos con caso del tipo: 
Niño de 8 años con talento para patinar rápido, que empieza a enfocar el patinaje hacia resultados (ganar un carrera, una medalla, clasificarse para un campeonato internacional…) por su entrenador, por sus padres, o porque se le ha dado rienda suelta a ese ego hambriento que todos los niños tienen que le hace creer que con 8 años será el próximo campeón del mundo. 
Este niño patina enfocado a lo que conseguiremos después del esfuerzo, y no a lo que conseguimos durante el esfuerzo, estadísticamente acabará quemando su motivación antes de llegar a los 18 años. Con la importante diferencia de que esta motivación debe atravesar la adolescencia, acelerando la quema del valor de los resultados -el niño deportista empieza a conocer que existen otras cosas tan estimulantes como las medallas de oro y con menos esfuerzo-. ¿Resultado? Abandono, y no sólo de la competición sino del patinaje, y lo peor de todo: no lo echan de menos.
Todos los entrenadores y padres deben autoevaluar cómo afrontan los objetivos que plantean a sus chicos, porque no hay opción: 

1. El objetivo principal en edades tempranas en la adherencia al entrenamiento. ¿Cómo consigo que el niño busque entrenar y esté deseando que llegue el siguiente día? Tres elementos que hacer joviales: patinar, estar con los compañeros y los entrenadores. 

2. Una vez que se consigue este objetivo pasamos a la adherencia a la competición. ¿Cómo consigo que el niño disfrute competición y la busque? Primero competir con uno mismo, mejorar sus propios registros; aplicar instrucciones de los entrenadores; y, finalmente, una vez que el niño pueda consigo mismo empiece a fijarse en ganar a los demás. Pero el gran error es poner a competir a un niño contra otros cuando ni siquiera sabe competir consigo mismo, es decir: si no mejora sus propias actuaciones independientemente de los rivales. Por ejemplo: mantener un cambio técnico durante la mayor parte de la prueba, lograr determinado tiempo de paso que ya consiguió en el entrenamiento, aplicar una decisión planificada en determinada parte de la prueba, etc. Aquí el psicólogo deportivo entra a trabajar, junto con el entrenador, el factor de Autoconfianza del patinador que veremos en próximas entregas.

jacaperan@gmail.com
José Ángel Caperán
Psicólogo deportivo en deportedecabeza.com 
@jcaperan

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